Después de bailar durante casi toda mi niñez y adolescencia, comencé mi aventura en el yoga en el año 2012, un poco por casualidad. Pronto me reencontré con mi cuerpo y respiración, de los que me había desconectado completamente desde que dejé de bailar. Pero algo había cambiado. El yoga me ayudó a conectar con mi cuerpo de una manera mucho más sana y gratificante. 

Continué explorando con mi práctica hasta que en 2016 me certifiqué como instructora de Yoga en Tailandia. Desde entonces, no he dejado de formarme. Poder compartir esta disciplina que tanto significa para mi es un gustazo.